viernes, 7 de mayo de 2010

Hipocresía

Cuando el cura Manuel dice en los sermones que da los domingos en la casa de una de mis octogenarias vecinas de La Molina que está indignado porque ha visto a niños y niñas, en el colegio italiano donde le permiten dar misa, mostrándose unos a otros sus mondos y lirondos genitales con viva curiosidad y pecaminosa determinación, seguramente por ejemplo de las casquivanas de sus madres y hermanas; lo que realmente ha querido decir es que lo corroe la más insana envidia y lujuria, y que se arrepiente del día en que quiso ser cura. Quizá también piense que si no fuera cura no estaría todo el día rodeado de viejas achacosas, aburridas y al borde de la muerte, que lo aburren con las frases de la Biblia, como si él no tuviera suficiente leyéndolas todo el día en la misa.

El señor Ollanta Humala manda saludos a todos los trabajadores por su día desde un hotel cinco estrellas en Rusia, donde asiste a una conferencia importantísima en la que, intuyo, él es el único invitado, expositor, camarógrafo y, posiblemente, mesero de medio tiempo. Este es el mismo señor que no ha declarado un trabajo hace años, que no tiene oficio conocido y al que a nadie se le ocurriría resaltar entre sus cualidades la de ser trabajador. Que vive mantenido por generosas donaciones anónimas y que se da una vida acomodada, exenta de extenuantes problemas económicos como los que enfrentan muchos de los trabajadores a los que saluda y llama sus amigos. Con este acto de cinismo nos quiere dar a entender dos cositas. Primero: que le importa un carajo el trabajo y todo lo que tenga que ver con desplegar algún tipo de esfuerzo y tal vez, que también le importan un carajo los trabajadores, pero cree que si los llama amigos votarán por él. Segundo, y esto se desprende de lo primero: que cree que todos los trabajadores son imbéciles (porque hay que ser un imbécil de cuidado para votar por el señor Humala).

Cuando el actual presidente del Perú, el señor Alan García gritó: “aléjense de mí, ratas” lo que realmente quiso decir fue “disciplina, compañeros, no hay que ser tan evidentes”. Después de semejante muestra de transparencia y candidez, nuestro presidente crea el día del ron para olvidar este roche por corrupción. Siguiendo su lógica, y si alcanzan los días del año, cosa que dudo, para sacar de la mira a sus ratas queridas proclamará el día de la empanada, del cajón, del picarón, etcétera.

Alan García dice que en el Perú no hay perseguidos políticos. Eso es cierto, en el Perú ni siquiera hay perseguidos corruptos, menos habrá pues perseguidos políticos.

Cuando la señorita Lourdes Flores llama a Kouri “señorito aristócrata” lo que en realidad quiso remarcar con eso de “señorito” es que no cree que Kouri sea un señor completo, un hombre completo, sino que es un señor reducido en su hombría, empequeñecido, quizá un poco torcido en sus gustos amatorios. Se equivoca, sin embargo, cuando lo llama a aristócrata (debería usar mejor sus palabras) porque Kouri no pertenece a la nobleza, ni del Perú ni de ningún otro sitio.

Cuando Kouri llama a Lourdes Flores “pituca elitista” nos da a entender a todos que no tiene la más insignificante idea de lo que es una pituca. Lourdes jamás fue ni será una pituca, o en todo caso, es una pésima pituca, un remedo de pituca.

El mismo señor Kouri invita, no a uno, sino a cinco debates a la señorita Lourdes. Para un buen entendedor está clarísimo que la verdadera intención del señor Kouri es cobrar peajes en cada uno de los debates.

Cuando mi madre me dice que tengo que dejar de portarme como un cabrón y visitarla más seguido, lo que realmente trata de decirme es que me quiere mucho y está más que complacida de que no viva con ella y que una visita al mes es más que suficiente.

Cuando mi papá me llama a preguntarme si necesito dinero, no es que esté preocupado por mi bienestar, es que quiere probarme que estaría mejor viviendo con él y mamá, aunque esto no sea del todo cierto.

Cuando un escritor dice que no quiere que nadie lo lea trata de parecer divertido e interesante, lo que en verdad busca es que alguien, por curiosidad, lo lea.

La universidad tiene una suerte de equipo de administrativos, secretarias y secretarios, a los que ha bautizado con el nombre de “Servicios Académicos”. Cuando uno recurre en busca de ayuda se da cuenta que ese equipo es incapaz de realizar algún servicio para los académicos y que más bien, te tratan tan mal que si no hubiera una ventanilla que los contuviera meterían tu cabeza en el inodoro de los servicios higiénicos.

Cuando sale por televisión Gisela anunciando a un ex futbolista con el que contrajo matrimonio en medio de un pomposo show que fue televisado para luego divorciarse por una supuesta infidelidad, lo que está pasando frente a sus pantallas no es otra cosa que el grito desesperado de ráting por parte de los productores del programa haciendo escarnio de la notoria incomodidad que le produce a la “señito” este acontecimiento. Todo lo que dice después la rubia es un enredo de palabras que nadie logra entender, pero que nos dan a todos unas terribles ganas de reír como posesos.

Cuando alguien dice por televisión o escribe en un diario la palabra cholo, o si, siendo un poco más directo, hace referencia al color de piel o características físicas, la gran mayoría de Lima, la pinky, exclama: OH MY.
Pero en realidad están ciento por ciento de acuerdo con eso y lo repiten miles de veces en los almuerzos en el country y en sus juegos de golf en el club.

Si luego de consumado el acto sexual tu pareja no dice nada y se queda echada junto a ti abrazándote, no es que esté agotada, es que en realidad no le gustó nada y no se atreve a decírtelo, no se atreve a decir nada por miedo a ser hiriente, pero tal vez en ese momento te esté odiando de una manera excesiva y deseando que no vayas a aburrirla con alguna tediosa cháchara post sexo. Si luego de eso vuelve a llamarte es porque en realidad te quiere.

Cuando tu mejor amigo te dice que por respeto a “esa persona” que fue su chica no te contará ningún detalle de su relación quiere decir que fue un asco o que nunca tuvieron relaciones o que él es pésimo en la cama y que por eso la relación se terminó.

Cuando tu chico te hace un regalo inesperado, sorpresivo, después de no haberte llamado en dos semanas, no es que te haya extrañado mucho, es que tiene la conciencia manchada y está arrepentido. Lo que en realidad está haciendo es pedirte perdón.

Cuando yo digo que ha sido un placer hablar contigo, que me ha encantado conocerte, pero que me tengo que ir porque ando con el tiempo justo es que realmente me has caído muy mal y no quiero volver a verte.

Cuando yo escribo cosas sorprendentes acerca de mí a manera de ficción, estoy siendo, de una manera indisimulable y conmovedora, autobiográfico.

Cuando me preguntan cómo estoy y respondo que bien, a secas, lo que en realidad he tratado de conseguir es que me respondan que es mentira para yo poder desahogarme con alguien, ya que, ciertamente, he mentido.

Cuando digo que estoy por acabar un libro en el que he trabajado por bastante tiempo, lo que en realidad quería decir es que no tengo ni la más puta idea de cómo finalizarlo y no termino si quiera de entender bien lo que estoy escribiendo.

Cuando digo que me tomo mi tiempo escribiendo para hacerlo bien, en realidad estoy siendo un farsante. Lo hago rápido, sin revisar nada, tan solo para pasar el rato de una manera placentera que me llena de alegría. Nada que me indique que debo realizar un esfuerzo mayor al que estoy dispuesto a entregar podría divertirme y cuando escribo lo único que quiero entregar es un trozo pequeño de mí mismo. Algo totalmente imperfecto.